Para Noelia,
sin la cual
esto, sencillamente,
no existiría
El
Recuerdo. No logro hacer memoria del momento en el que Juanmi
y yo hablamos por primera vez de crear una Asociación Juvenil, sin duda fue en
la piscina, donde trabajábamos de socorristas y, entre otras cosas, teníamos
tiempo para hablar y abordar muchos temas; quizá fue una tarde, rodeados de
jóvenes entrando y saliendo del vaso, de niños correteando con los “manguitos”
a modo de musculatura adicional, de risas y voces esparcidas en el recinto
verde que contrasta con el horizonte amarillo de la dehesa.
No sé por qué lo
hicimos o qué nos empujó a ello, el entusiasmo se apoderó de nosotros y
contagiamos a todos los de nuestro alrededor, pensando más en el proyecto que
en la interrogante de su origen; a esta iniciativa se unió Noelia, Esther, Sergio, Miguel y
Reme, pero su fundación habrá que buscarla en la propia juventud, en
los pasos ligeros de una carrera al viento, esa sensación de que puedes hacer
cualquier cosa, solo tienes que elegir el método y estirarlo tanto como puedas
hasta que el sabor del triunfo endulce el ambiente y la luz del verano
proyectada en las ondulaciones del agua te hagan parpadear en la realidad.
O a lo mejor porque
somos de la generación “que llegó tarde a
La Cumbre”, los que conocimos una selva de eucaliptos por parque y un campo
de futbol degradado al más absoluto abandono, lo mismo que el polideportivo,
que estaba descubierto, cuya pista te hacía sangrar cada vez que te caías.
Sencillamente porque crecimos sin que otros nos aportaran mucho, la biblioteca
era (y es) terreno tabú, las excursiones se explayaban en la ausencia (la
primera excursión que hice, solo, con mis amigos y amigas fue a las
alberguerías y tenía 17 años) y las actividades eran una novedad efímera (una
vez vino un chino a enseñarnos tae kondo en la Casa de Cultura, la mayoría
duramos dos clases).
Quizá por eso a algunos
de aquellos/as nacidos entre 1975-1985 nos interese que las cosas no sigan siendo
así, y por eso empezamos por nuestro pueblo, creando, por ejemplo…
La
Asociación. Decidimos que el sábado preliminar a Semana Santa era el idóneo para
celebrar nuestra convivencia anual; el primer año estábamos en “La Puente”
haciendo migas; sobre una sábana habíamos improvisado una pancarta, al
colocarla me di cuenta de que cada grupo se hallaba dispersado por el campo sin
mucha comunicación entre sí, en ese momento me dije <<esto tiene que
cambiar>> y ese fue el propósito interior, explayado en el tiempo.
Éramos conscientes de que, con nosotros,
empezaba todo, había que trazar las líneas de lo que se suponía que iba a
convertirse “Rodacis”; el día de convivencia, la semana joven, las actividades
de invierno, eran el foco central; pero luego estaban los propósitos y las
ideas que iban más allá de lo que hasta nosotros mismo imaginábamos, dar voz a
los jóvenes en La Cumbre se convirtió en una meta; que el pueblo, el resto de
las asociaciones y el propio ayuntamiento entendieran que allí estábamos y que
nos pensábamos quedar parecía una tarea muy sencilla, como una pieza de
relojería que encaja a la perfección, pero era necesario una conciencia por
parte de todos.
Las primeras “Semanas
Joven” eran un boom, un pueblo acostumbrado a que los/as jóvenes participaran y
no organizaran se quedó estupefacto cuando movilizábamos a cientos y la plaza,
la piscina, el polideportivo o cualquier escenario vibraba con lo que hacíamos,
cierro los ojos y escucho los sonidos y las formas de todos/as los que hacíamos
posible aquello.
Rodacis estaba ahí, era
una realidad, los/as jóvenes se apuntaron en masa, participaban en todas las
actividades, lo hacíamos todo de manera coordinada por la directiva, al
principio, y asamblearia con el resto de socios/as, después; por lo que, de
esta forma, a mi juicio, el éxito estaba asegurado en cualquier cosa que nos
proponíamos; la satisfacción de la excursiones, los conciertos, las gymkhanas,
las actividades culturales, la colaboración con otras asociaciones, la creación
de nuestra propia revista socio-cultural, éxito para todo el pueblo, ect; nos
hizo ponernos en el primer escalafón en medio de una algarabía ensordecedora
que solo era provocada por la energía revitalizante de la juventud.
Todas esas sensaciones
y esfuerzos por sacar todos los proyectos adelante estallaban en la cena, donde
sucedía un acontecimiento que no se había producido hasta ahora: los/as jóvenes
de La Cumbre compartiendo un mismo equipo, el grupo que habíamos creado,
todos/as bajo una misma bandera, un
mismo deseo, un nombre: Rodacis.
Los/as
Jóvenes. Mirados siempre con ese recelo que provoca quien
observa a alguien que tiene un tesoro "divino"; los/as jóvenes siempre serán
examinados con la perfección de un cirujano, cualquier error mínimo será tenido
en cuenta y multiplicado por veinte, pero será mil veces perdonado porque, en
la más pulida claridad de piedra diáfana, la memoria de que un día fuimos
jóvenes nos asaltará, dejando entrever, como luz entre los árboles, las mismas
sensaciones que experimentan los que ahora nos preceden.
Los/as jóvenes no son
tontos, así se lo dije a la anterior corporación municipal y así se lo digo a
la actual y venideras, a los/as jóvenes no se les puede tomar el pelo, son los
primeros en reconocer cuando se hacen las cosas bien y los primeros en criticar
cuando se hacen mal; son un medidor de acciones que evalúan cuando el mundo
calla; estoy leyendo el cartel de ferias 2015 y pienso en voz alta: ¡Por fin se
hace justicia a Rodacis!, por fin se le reconocen todas las actividades que organizan;
me alegro porque la actual directiva y demás socios se están esforzando como
nunca para ser los mejores, y lo están consiguiendo.
Y digo esto, porque
Rodacis también fue rebelde y demandó ciertas cosas imprescindibles, que hoy
son miradas con normalidad, como tener una sede, ciertas ayudas en la
elaboración de sus actividades, tener un lugar cálido para juntarse todos en
las fiestas navideñas, independencia y libertad para actuar, ect; un gran
número de elementos cuyos contornos desvelan lo que ha sido esta Asociación y
hacia dónde camina.
Reflexión.
Yo, por mi parte, me voy desligando, poco a poco, de Rodacis, la música empieza
a sonar de fondo pero lejos de entristecerme me siento orgulloso. Hace unos
años creíamos que la Asociación desaparecería (y lo más triste era ver la
indiferencia al respecto), pero ha conseguido levantarse gracias a la unión de
aquellos/as que siempre han creído en su espíritu, y trabajan, codo con codo,
sin conseguir más que la satisfacción personal de estar haciendo algo muy
fructífero para su pueblo y para su entorno.
Hoy día no se concibe
la feria sin antes la Semana Joven de la Asociación, los mayores la llaman,
simplemente, “Rodacis”… <<¿Quién organiza esto? Rodacis>> y el
nombre basta para designar el pensamiento, la memoria y la acción de todo;
resucitamos aquella “villae” romana cercana para proyectarla en los más jóvenes
de nuestro pueblo, por el que merece la pena luchar y hacerlo evolucionar,
viviéndolo, sintiéndolo, escuchándolo; quizá por eso fundamos esta Asociación,
quizá por eso siga tan viva o más que cuando la iniciamos, con todas las
actividades y proyectos, los cuales, sin la ayuda de los demás miembros de la
directiva, especialmente Juanmi y muy especialmente Noelia (a quien va dedicado
este relato), no se habrían podido realizar.
Rodacis camina hacia un
futuro donde su propia existencia reside en las gargantas de quienes quieren
gritar por ella, démosle entre todos y todas ese aliento para que pueda
respirar, alzarse, existir, innovar, saltar hacia adelante en el tiempo, vivir,
para siempre, en los lugares donde reside nuestra alma.
¡¡¡Viva La Cumbre, Viva
Rodacis!!!
Jesús Bermejo Bermejo
(Primer
Presidente y cofundador de la Asociación Rodacis-Cumbreñ@).
La Cumbre 2015