martes, 5 de abril de 2016

MARTÍN

No sabes qué es la lluvia, pero la luz crece en el bosque
mientras cala tu mirada el barro de todo principio;
aún no disfrutas del aire y el paisaje transcurre con aplomo,
bajo el añil del atardecer se eleva el canto de las flores recién abiertas.
No sabes decir una palabra, solo sientes el latir del mundo,
el murmullo de las nubes en tus gestos
que sonríen, frágilmente, enjabonados de esperanza;
instantes alargados y aventurados al tiempo,
como el vuelo del pájaro que ha perdido el miedo.
No conoces lo qué es un árbol, pero tus raíces se hunden en la tierra
que labraron tus apellidos,
en el beso consciente que pule la inocencia de tus ojos.
Solo tú eres capaz de otorgar alegría al llanto,
encender el verbo “nombrar” mientras se cobija en un abrazo,
observar el rostro que te mira, el gozo de tus manos
dibujar circunferencias llenas de deseos;
solo tú otorgas a la definición de amor el sabor que le corresponde.
No sabes saltar el río,
pero este fluye poblado de balbuceos
a cuyas piedras se encadena tu bienvenida,
y los remolinos reverberan sentimientos encontrados.
Truenan las horas nubladas del oeste,
pronostica tu llegada un viento galeno,
acumulas episodios mientras soy testigo de cómo vas trazando la infancia,
el resplandor que deja nuestra convivencia,
el instante en que soy capaz de decir tu nombre.

Jesús Bermejo Bermejo, La Cumbre 2016

1 comentario:

  1. Hola, necesito contactar contigo por uno de los artículos de este blog. ¿Podrías facilitarme un e-mail de contacto? Gracias

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