viernes, 21 de diciembre de 2012

UN AÑO DE BLOG


Areté era un concepto de la antigua Grecia que significaba la búsqueda de lo que, de verdad, deseamos; provistos, de antemano, de unas propiedades, sin las cuales, no podríamos encontrar, ni siquiera, un atisbo de recompensa de lo que ansiamos, en el terrenal espacio donde nos movemos. Designa el cumplimiento acabado del propósito o función, aunque, para muchos estudiosos del tema, la verdadera areté es el camino hacia dicho destino, hacia las metas que nos proponemos alcanzar algún día; así, mientras avanzamos sobre raíles de incertidumbre y lucha, de recónditos secretos e inesperadas turbulencias, en busca de nuestro sino, los antiguos griegos vaticinaban que  vamos incorporando cualidades a nuestro espíritu, de manera que, al subir al pedestal de nuestros objetivos, habríamos alcanzado la areté, la señal, el fogonazo de luz en la noche oscura, la misma que vierten los faros sobre espesas yardas de agua marítima; el beso que se extiende de la realidad al sueño, la esperanza y la satisfacción terca de quien ha peleado hasta el final.

Así, pausado a través de las semanas, este blog da rienda suelta a sus historias, cobrando personalidad, sin angustias feroces ni entelequias en su contenido, tan solo guiado por la libertad y el deseo, cobijado en un fragor de entusiasmo por las voces que lo aplauden. Es de una virtud sosegada no tener ni la más remota idea sobre lo que escribir, una vez terminado el relato, para la siguiente semana o el próximo mes; es de una amplitud tan atractiva la de temas e historias que sonsacar a los múltiples medios, en el morir de las tardes, cuando el día se sonroja en los tejados y las horas discurren apelotonadas en el fluir del tiempo; es, también, realmente curioso como los personajes, creados o resucitados, van cobrando forma real, aunque solo físicamente, en los rostros de los/as compañeros/as, jefes/as, amigos/as, desconocidos/as que deambulan por la vida de uno, como piezas que van encajando en el destino para que éste sea, en parámetros casi simétricos, determinado.
De esta manera, Areté (el blog) va engordando de historias, relatos y anécdotas cuya alma, primordial e imprescindible, es La Cumbre, nuestro pueblo, en su sencilla estructura y sus escasos monumentos; en nuestra forma de hablar y de pensar; en las costumbres hilvanadas a días exactos del año, intachables desde sus orígenes; en el carácter y su memoria; en esas pequeñas cosas que nos hacen grandes. Areté teje palabras con recuerdos, saliendo a la calle con la sorpresa de alguna marimanta en alguna esquina, esas noches veraniegas, donde unos muchachinos van a por “gambusinos” por los portillos de las cercas, cerca de nuestra ermita de San Gregorio, observados, a lo lejos, por una luna expectante, redonda y calavérica, que corona el pico de la sierra de Santa Cruz.
Nuestro blog es capaz de viajar en el tiempo, adentrarse en fechas exactas y rescatar olvidadas hazañas que asolan en las esquinas, como la valentía real de Luis Arías Castro en su lucha contra los bandoleros franceses por defender la honra de su hermana; o la ficticia de Galceran y su sobrino Abem, a los que hemos dejado con las espadas en alto frente al castillo de Trevejo para un posterior desenlace; al igual que el estricto juez comisionado Núñez de Avendaño y su curiosa discusión con el caballero Pedro Barrantes por la compra de nuestro pueblo…
A veces, los pasos son más lentos de los que quisiera, entretenido un domingo por la noche, mirando fotografías antiguas en el intento de retroceder el tiempo; imaginando que lo consigo al meter el brazo en el agujero de la cucaña, mientras, encima de la mesa del salón, descansa ajado, un viejo libro que desparrama, sobre el cristal, versos de Miguel Hernández. Entonces, otro día cualquiera, suena el pitido del tren, que anuncia el cierre de sus puertas y el estallido de una nueva idea en mi mente, doblando la hoja, cierro el ejemplar de “El Hereje” de Miguel Delibes; la imaginación se arrastra sobre las letras en el cuaderno, formando un pacto consensuado en la placidez de quien tiene algo que contar; el vagón se llena de gente, por un casual, sin pretenderlo, viene a la mente el recuerdo de Granadilla, la soledad de su paisaje, su estremecedora historia que prolonga el deterioro de sus muros. Acto seguido, llueve, como todos estos días atrás, los charcos rebosan en las aceras, en los ríos y los pantanos… ¿estará cubierta la Torre de Floripes?, ¿se formará un aterrador remolino en su cúspide y se oirán las voces ahogadas de Fierabrás y Brutamonte?... la tinta del “pilot” azul sigue haciendo pequeños trazos, como una hormiga que moja sus patitas en tinta, y escribe, puedo contar la historia de La Cumbre al hablar de… la Cruz del Aviador, por ejemplo, y la inercia se cierne sobre el relato naciente, que evoluciona al aumentar sus líneas.

El blog cumple un año y quiere seguir recorriendo los arcos de La Huerta, remontar historias de La Jara, huronear en las peripecias de los/as vecinos/as, desenterrar misterios, desempolvar escudos, abrir viejos libros y vivir, sin más, esa utopía posible y helénica. Ante esto, muchos son los que me proponen que hay que hacer algo con todos estos relatos, recopilarlos en un libro o algo así; yo, simplemente, opino que, quizá, o no, el libro sea la meta, pero mientras tanto, el blog es el camino, y en el trayecto, como un antiguo guerrero griego, vamos incorporando cualidades que nos permitan llegar hasta ese final, desenmarañando, poco a poco, las veredas, en busca de nuestra Areté.


Jesús Bermejo Bermejo.      Madrid 2012.


* Todos los relatos de este blog están amparados por el  Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Propiedad Intelectual, que en su articulo 17 dice que corresponde al autor el ejercicio exclusivo de los derechos de explotación de su obra en cualquier forma y, en especial, los derechos de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación, que no podrán ser realizadas sin su autorización, salvo en los casos previstos en la presente Ley.


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