Con la marea entró el poniente
y hubo una incierta desmesura
de pájaros sobrevolando las dunas
de Malcorta.
Terra Incógnita J.M.
Caballero Bonald
Me habría gustado empezar el blog
publicando esta entrada hace unas semanas, pero las tribulaciones de la vida
tejen obstáculos de inmediato y nada, por mucho que nos empeñemos, parece
perfecto, ni siquiera en navidad, donde los bares cumbreños han estado más
vacíos que de costumbre y el ocio se repartía, como capas de una cebolla, entre
corrales y cocheras… “no parece que estamos en fiestas” retumbaba la frase
lapidaria, zigzagueando la carretera vacía; aún así los BÚHO PUO hicieron de
las suyas y metieron el equipo de música en el bar de Juli los días de nochebuena y nochevieja, emulando las ferias; la
cosa se animó, la tarde otorgó una tregua y, sin darse cuenta, se creó una
especie de cotillón “parrandero”; pero luego, a la noche, la calma sosegó de
nuevo las calles y los/as cumbreños/as se quedaron en casa, cobijándose del
frío, mientras el horno no daba abasto de cochinillos, cabritos, corderos y
pollos.
Los brindis siempre tienen una
nota esperanzadora, como un pensamiento optimista en un largo y abrupto camino;
pero estas fechas son más melancólicas que de costumbre, por todos los
recovecos se escuchan cosas como “que nos vaya un poco mejor o que por lo menos
no vayamos a peor”, en fin, parece que las gélidas temperaturas ventisquean el
ambiente y ayudan a vaciar los ánimos.
“El gordo” no tocó, mientras
medio pueblo buscaba el décimo fantasma del Bar Alejo, el otro medio corría las
calles, intentando ser el primero en averiguar quien era el afortunado; la
rueda de los disparates cotillas aumentaba cada segundo: “¡ha tocao an ca Alejo!, luego,
ha sido el sobrino del de nosequien que ha comprao uno este verano y está en
Barcelona, luego, han venio este
verano unos forasteros han cogido un numero de la máquina y les ha tocado a
ellos, ¡¿a saber quienes son?!, luego,
por lo visto es mentira, luego, como
va a ser mentira si está aquí la radio y la televisión, luego, que si que si, es mentira, error de la
administración, ¿de la administración? pues anda ¿qué administración? pues ¡la
administración cual va a ser, la administración! me voy a la plaza a
enterarme”.
Nuestro gozo en el pozo, pero por
lo menos salimos en los periódicos y los de fuera, conocedores de nuestro
pueblo, se acordaron y fue la excusa perfecta para felicitar, con la broma, las
fiestas por Whatsapp o por Facebook.
Los bares estaban casi vacíos
pese a ser navidad, la extrañeza se adueña y casi nadie piensa (o más bien es
algo que se sabe pero que no se dice) que es debido a que la gente no está para
mucho derroche y prefiere comprarse las cervezas en un supermercado y bebérselas
sentados a la lumbre del corral del Lejio…
Estuve en una matanza donde todos
sus colaboradores principales (hombres) estaban en paro; otros años, al
terminar, nos bebíamos unas copas al compás de antiguas canciones e historias
hilvanadas en risas; este año, las botellas se quedaron en la estantería,
llenas. Son hombres de unos 45 a 55 años, curtidos en muchos oficios, manitas
en muchas tareas, doctos en muchas faenas, a quienes esta crisis los engulle y
quienes, como una planta sin regar, ahondan sus raíces en la tierra para
enfrentarse a los acontecimientos con valentía y orgullo, esperanzados
mientras, sentados en una banqueta de madera, dan caladas suaves al cigarrillo
y miran a las brasas del fuego con el ánimo de encontrar, risueños, un mejor
porvenir para el nuevo año.
Los petardos se han convertido en
una ruidosa tradición en nochevieja, sin embargo otros petardos rompieron los
cristales de la tolerancia días atrás, sacando lo más mezquino de nosotros
mismos, ¡nosotros!, precisamente nosotros, condenados a ser extranjeros en las
grandes ciudades, lejos, a marcharnos y hacer nuestra vida fuera, y si no
nosotros, nuestros hijos y nietos… es algo absurdo y retrógrado que no invita
mas que al malestar y a la falta de convivencia.
Antes, cualquier persona
desconocida no causaba mayor sensación que la curiosidad innata del pueblo,
pero ahora, por razones más que justificadas, cualquier forastero resulta
advenedizo si nos lo encontramos sin ton ni son, vagando solitario o acompañado,
por nuestros barrios. Y es que, actualmente, se producen muchos robos y andan
coches extraños por la callejas, la guardia civil no para de recibir llamadas,
los vecinos se alertan unos a otros, se atrancan puertas y se echa el candado a
los corrales << ¡vienen a por las perras!>> vocea una mujer en la
plaza; si señora, contesto, y a por televisiones, ordenadores, chatarra… la
necesidad aprieta y siempre hay desalmados sin escrúpulos, por lo que hay que
tener mucho cuidado.
Sus majestades de Oriente
vinieron, este año, en caballos y su cabalgata fue de carácter temático, donde
los/as niño/as pasaron de ser espectadores a ser partícipes de la misma, dando
un tapiz original a tan esperada noche.
Y, así, casi sin darnos cuenta,
pasaron las fiestas y nos metimos en el nuevo año, como un fondo de papeles
amontonados, que se remolinan en las esquinas por el viento, sin decidir por
ellos mismos que dirección coger. Dice Javier
Marías, en uno de sus artículos periodísticos, que el miedo, la angustia o
la tristeza son sensaciones peligrosas, porque despiertan contagio entre la
población, tejiendo una estratagema de miedo y pesimismo; pues bien, ante eso
se pueden hacer dos cosas: una, sumirnos a la desolación y deambular por “el
valle de lágrimas” sin conseguir nada; y dos, cabalgar sobre todo este ciego
barrizal, luchando con uñas y dientes, y dando, de vez en cuando, un fuerte
manotazo a la tristeza y a la incertidumbre que nos depara el mañana.
Me acuerdo perfectamente de ese
artículo porque lo leí la última noche navideña (7 de enero), entonces me vino
a la mente el carácter esperanzador que tienen los brindis y me entraron una
ganas locas de brindar, aunque sea conmigo mismo; así que, decidido, baje hasta
el ciber, donde tal y como sospechaba no había nadie, pedí un gin tonic y me puse a ver la tele
mientras charlaba con Ángel; al cabo
de un rato empezó a bajar gente (amigos y conocidos de varias edades,…) y nos
juntamos una partida bastante pintoresca; Ángel había partido un roscón de
reyes y nos había dado un cacho a cada uno; y allí, entre el sabor amargo del
gin tonic y el dulzor del roscón, empezamos a debatir sobre el año que espera,
la situación actual y el necesario optimismo que se necesita para el futuro;
entonces me acordé, de nuevo, del brindis y lo propuse, por lo que chocamos las
copas porque no nos contagiemos del miedo y la tristeza, porque toque “el
gordo” ( esta vez de verdad) en La Cumbre, y si no ese gordo, otros muchos más
importantes, que lo que nos tenga que pasar sea siempre bueno, que haya
esperanza y fortuna en todos los aspectos, que cumplamos nuestros objetivos y
no decaigamos fácilmente en problemas solucionables, que a la siguiente matanza
se descuelguen las botellas de la estantería y se mire a las brasas de la
lumbre con la satisfacción de haber conseguido lo buscado, que cesen los robos
y no vuelvan a estallar los petardos de la intolerancia porque no somos menos
pero tampoco más que nadie, para que este año, a pesar de no vernos nuestras
botas por estar enterradas en un cenagal pestilente, tengamos satisfactorias
sorpresas, que nos hagan mirar al frente, con una sonrisa, orgullosos de seguir
andado nuestro empedrado camino, en esta Terra
Incógnita donde vivimos y a la que queremos con toda nuestra alma,
¡¡Salud!!.
Jesús Bermejo Bermejo La
Cumbre 2013.
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