jueves, 31 de enero de 2013

TERRA INCOGNITA


Con la marea entró el poniente
y hubo una incierta desmesura
de pájaros sobrevolando las dunas
de Malcorta.
Terra Incógnita J.M. Caballero Bonald

Me habría gustado empezar el blog publicando esta entrada hace unas semanas, pero las tribulaciones de la vida tejen obstáculos de inmediato y nada, por mucho que nos empeñemos, parece perfecto, ni siquiera en navidad, donde los bares cumbreños han estado más vacíos que de costumbre y el ocio se repartía, como capas de una cebolla, entre corrales y cocheras… “no parece que estamos en fiestas” retumbaba la frase lapidaria, zigzagueando la carretera vacía; aún así los BÚHO PUO hicieron de las suyas y metieron el equipo de música en el bar de Juli los días de nochebuena y nochevieja, emulando las ferias; la cosa se animó, la tarde otorgó una tregua y, sin darse cuenta, se creó una especie de cotillón “parrandero”; pero luego, a la noche, la calma sosegó de nuevo las calles y los/as cumbreños/as se quedaron en casa, cobijándose del frío, mientras el horno no daba abasto de cochinillos, cabritos, corderos y pollos.
Los brindis siempre tienen una nota esperanzadora, como un pensamiento optimista en un largo y abrupto camino; pero estas fechas son más melancólicas que de costumbre, por todos los recovecos se escuchan cosas como “que nos vaya un poco mejor o que por lo menos no vayamos a peor”, en fin, parece que las gélidas temperaturas ventisquean el ambiente y ayudan a vaciar los ánimos.
“El gordo” no tocó, mientras medio pueblo buscaba el décimo fantasma del Bar Alejo, el otro medio corría las calles, intentando ser el primero en averiguar quien era el afortunado; la rueda de los disparates cotillas aumentaba cada segundo: “¡ha tocao an ca Alejo!, luego, ha sido el sobrino del de nosequien que ha comprao uno este verano y está en Barcelona, luego, han venio este verano unos forasteros han cogido un numero de la máquina y les ha tocado a ellos, ¡¿a saber quienes son?!, luego, por lo visto es mentira, luego, como va a ser mentira si está aquí la radio y la televisión, luego, que si que si, es mentira, error de la administración, ¿de la administración? pues anda ¿qué administración? pues ¡la administración cual va a ser, la administración! me voy a la plaza a enterarme”.
Nuestro gozo en el pozo, pero por lo menos salimos en los periódicos y los de fuera, conocedores de nuestro pueblo, se acordaron y fue la excusa perfecta para felicitar, con la broma, las fiestas por Whatsapp o por Facebook.
Los bares estaban casi vacíos pese a ser navidad, la extrañeza se adueña y casi nadie piensa (o más bien es algo que se sabe pero que no se dice) que es debido a que la gente no está para mucho derroche y prefiere comprarse las cervezas en un supermercado y bebérselas sentados a la lumbre del corral del Lejio…
Estuve en una matanza donde todos sus colaboradores principales (hombres) estaban en paro; otros años, al terminar, nos bebíamos unas copas al compás de antiguas canciones e historias hilvanadas en risas; este año, las botellas se quedaron en la estantería, llenas. Son hombres de unos 45 a 55 años, curtidos en muchos oficios, manitas en muchas tareas, doctos en muchas faenas, a quienes esta crisis los engulle y quienes, como una planta sin regar, ahondan sus raíces en la tierra para enfrentarse a los acontecimientos con valentía y orgullo, esperanzados mientras, sentados en una banqueta de madera, dan caladas suaves al cigarrillo y miran a las brasas del fuego con el ánimo de encontrar, risueños, un mejor porvenir para el nuevo año.
Los petardos se han convertido en una ruidosa tradición en nochevieja, sin embargo otros petardos rompieron los cristales de la tolerancia días atrás, sacando lo más mezquino de nosotros mismos, ¡nosotros!, precisamente nosotros, condenados a ser extranjeros en las grandes ciudades, lejos, a marcharnos y hacer nuestra vida fuera, y si no nosotros, nuestros hijos y nietos… es algo absurdo y retrógrado que no invita mas que al malestar y a la falta de convivencia.
Antes, cualquier persona desconocida no causaba mayor sensación que la curiosidad innata del pueblo, pero ahora, por razones más que justificadas, cualquier forastero resulta advenedizo si nos lo encontramos sin ton ni son, vagando solitario o acompañado, por nuestros barrios. Y es que, actualmente, se producen muchos robos y andan coches extraños por la callejas, la guardia civil no para de recibir llamadas, los vecinos se alertan unos a otros, se atrancan puertas y se echa el candado a los corrales << ¡vienen a por las perras!>> vocea una mujer en la plaza; si señora, contesto, y a por televisiones, ordenadores, chatarra… la necesidad aprieta y siempre hay desalmados sin escrúpulos, por lo que hay que tener mucho cuidado.
Sus majestades de Oriente vinieron, este año, en caballos y su cabalgata fue de carácter temático, donde los/as niño/as pasaron de ser espectadores a ser partícipes de la misma, dando un tapiz original a tan esperada noche.

Y, así, casi sin darnos cuenta, pasaron las fiestas y nos metimos en el nuevo año, como un fondo de papeles amontonados, que se remolinan en las esquinas por el viento, sin decidir por ellos mismos que dirección coger. Dice Javier Marías, en uno de sus artículos periodísticos, que el miedo, la angustia o la tristeza son sensaciones peligrosas, porque despiertan contagio entre la población, tejiendo una estratagema de miedo y pesimismo; pues bien, ante eso se pueden hacer dos cosas: una, sumirnos a la desolación y deambular por “el valle de lágrimas” sin conseguir nada; y dos, cabalgar sobre todo este ciego barrizal, luchando con uñas y dientes, y dando, de vez en cuando, un fuerte manotazo a la tristeza y a la incertidumbre que nos depara el mañana.
Me acuerdo perfectamente de ese artículo porque lo leí la última noche navideña (7 de enero), entonces me vino a la mente el carácter esperanzador que tienen los brindis y me entraron una ganas locas de brindar, aunque sea conmigo mismo; así que, decidido, baje hasta el ciber, donde tal y como sospechaba no había nadie,  pedí un gin tonic y me puse a ver la tele mientras charlaba con Ángel; al cabo de un rato empezó a bajar gente (amigos y conocidos de varias edades,…) y nos juntamos una partida bastante pintoresca; Ángel había partido un roscón de reyes y nos había dado un cacho a cada uno; y allí, entre el sabor amargo del gin tonic y el dulzor del roscón, empezamos a debatir sobre el año que espera, la situación actual y el necesario optimismo que se necesita para el futuro; entonces me acordé, de nuevo, del brindis y lo propuse, por lo que chocamos las copas porque no nos contagiemos del miedo y la tristeza, porque toque “el gordo” ( esta vez de verdad) en La Cumbre, y si no ese gordo, otros muchos más importantes, que lo que nos tenga que pasar sea siempre bueno, que haya esperanza y fortuna en todos los aspectos, que cumplamos nuestros objetivos y no decaigamos fácilmente en problemas solucionables, que a la siguiente matanza se descuelguen las botellas de la estantería y se mire a las brasas de la lumbre con la satisfacción de haber conseguido lo buscado, que cesen los robos y no vuelvan a estallar los petardos de la intolerancia porque no somos menos pero tampoco más que nadie, para que este año, a pesar de no vernos nuestras botas por estar enterradas en un cenagal pestilente, tengamos satisfactorias sorpresas, que nos hagan mirar al frente, con una sonrisa, orgullosos de seguir andado nuestro empedrado camino, en esta Terra Incógnita donde vivimos y a la que queremos con toda nuestra alma, ¡¡Salud!!.

Jesús Bermejo Bermejo    La Cumbre 2013.


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