jueves, 31 de mayo de 2012

AQUELLOS DÍAS DE EXTREMADURA...


AQUELLOS DÍAS DE EXTREMADURA…

Como todas las cosas, la “era Ibarra” en Extremadura podrá, ahora que ha pasado, someterse a innumerables críticas (que las tiene y “muy gordas”); pero a mí, personalmente me gustaría  resaltar el inicio en el empeño y la constancia de rescatar o renacer el orgullo extremeño; esa incansable empresa de otorgar la identidad que se merece Extremadura, de sentirnos ennoblecidos con nuestra Tierra y alejar, para siempre, los tópicos impuestos por pasados yugos y señoritos.
Solo así se explican aquellos extravagantes “Días de Extremadura” de los años ochenta; solo así podemos comprender que a muchos paisanos se les erizase el vello de los brazos cuando Montserrat Caballé (una catalana) cantaba nuestro recién estrenado himno, compuesto por Miguel del Barco. Aquello era un despilfarro sí, una bomba de relojería que nos indicaba que Extremadura iba a cambiar, un episodio de nuestra historia evitable pero necesario, el despertar de una época que nacía en nuestras manos.
Entonces, el objetivo era el principio de un orgullo: La Identidad Extremeña; y los discursos políticos sonaban así:
“Hay que resaltar nuestra condición política de extremeño, nuestro folclore, tradiciones, bailes, costumbres, paisajes, artistas, intelectuales,…”; “Tenemos que hacer que el caciquismo y el miedo desaparezcan para siempre de nuestro horizonte”; “Hay que hacer de Extremadura una tierra de la que nadie tenga que marcharse para labrarse un futuro de progreso”.*
¿Lo ven?, por eso, aquellos niños extremeños de los años ochenta hemos crecido con ese esplendor tantas veces repetido; hemos pegado a nuestras bicicletas pegatinas con nuestra bandera autonómica; hemos visto cantar a Julio Iglesias en la plaza de Trujillo sobre el hombro de nuestros padres;… en definitiva, nos prepararon para sentirnos orgullosos de todo lo que es hoy Extremadura y sus orígenes.

No obstante, déjenme que les cuente una anécdota: hace algunos veranos, cuando trabajaba de socorrista en nuestra piscina, se me acercó una persona, “nacía y criá aquí” y me dijo en un forzado acento catalán <<Bona tarda, a que hora se plega esto>>, no me pude contener, con un hormigueo en el estomago le conteste <<En cuanti ohcurezca, jundeamos tóh de p aquí>>**.
¿Se dan cuenta? Aunque exista esta clase de personas que, en lugar de preservar sus raíces, nadan sobre ellas sin dejarse impregnar en absoluto; yo me alegro de ser extremeño, me alegro de aquellos discursos de Ibarra que fortalecieron el pensamiento de mis padres y educaron el espíritu de aquel niño que hoy les escribe. Me devolvieron mi identidad, la misma que fue pisoteada a mis antepasados y renace limpia en mí con proyección de futuro.
Y me da igual que alguien piense que este texto tiene connotaciones políticas (que no las tiene) y que mi novia, la leerlo, me diga <<Jesús, que se te ve venir>>; peor es lo que me dice mi amigo Emilio que, en cuanto me ve, me salta con que <<Tengo engañao a medio pueblo>>.

Jesús Bermejo Bermejo    La Cumbre 2009.

*Fragmentos de discursos de aquellos “Días de Extremadura”. La última frase es un constante compromiso que, desgraciadamente y a nuestro muy pesar, no se consigue todavía.

** Castuo “acumbreñizado”, la “h” se pronuncia como si fuera la “s” aspirada.

1 comentario:

  1. Pues si Jesus!!!!Muy bien dicho>>>>Tienes toda la razon,yo pienso igual que tu!!!un saludo!!!

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