AQUELLOS DÍAS DE EXTREMADURA…
Como
todas las cosas, la “era Ibarra” en Extremadura podrá, ahora que ha pasado,
someterse a innumerables críticas (que las tiene y “muy gordas”); pero a mí,
personalmente me gustaría resaltar el
inicio en el empeño y la constancia de rescatar o renacer el orgullo extremeño;
esa incansable empresa de otorgar la identidad que se merece Extremadura, de
sentirnos ennoblecidos con nuestra Tierra y alejar, para siempre, los tópicos
impuestos por pasados yugos y señoritos.
Solo
así se explican aquellos extravagantes “Días de Extremadura” de los años
ochenta; solo así podemos comprender que a muchos paisanos se les erizase el
vello de los brazos cuando Montserrat Caballé (una catalana) cantaba nuestro
recién estrenado himno, compuesto por Miguel del Barco. Aquello era un
despilfarro sí, una bomba de relojería que nos indicaba que Extremadura iba a
cambiar, un episodio de nuestra historia evitable pero necesario, el despertar
de una época que nacía en nuestras manos.
Entonces,
el objetivo era el principio de un orgullo: La Identidad Extremeña; y los
discursos políticos sonaban así:
“Hay que resaltar
nuestra condición política de extremeño, nuestro folclore, tradiciones, bailes,
costumbres, paisajes, artistas, intelectuales,…”; “Tenemos que hacer que el
caciquismo y el miedo desaparezcan para siempre de nuestro horizonte”; “Hay que
hacer de Extremadura una tierra de la que nadie tenga que marcharse para
labrarse un futuro de progreso”.*
¿Lo
ven?, por eso, aquellos niños extremeños de los años ochenta hemos crecido con
ese esplendor tantas veces repetido; hemos pegado a nuestras bicicletas
pegatinas con nuestra bandera autonómica; hemos visto cantar a Julio Iglesias
en la plaza de Trujillo sobre el hombro de nuestros padres;… en definitiva, nos
prepararon para sentirnos orgullosos de todo lo que es hoy Extremadura y sus
orígenes.
No
obstante, déjenme que les cuente una anécdota: hace algunos veranos, cuando
trabajaba de socorrista en nuestra piscina, se me acercó una persona, “nacía y
criá aquí” y me dijo en un forzado acento catalán <<Bona tarda, a que
hora se plega esto>>, no me pude contener, con un hormigueo en el
estomago le conteste <<En cuanti ohcurezca, jundeamos tóh de p
aquí>>**.
¿Se
dan cuenta? Aunque exista esta clase de personas que, en lugar de preservar sus
raíces, nadan sobre ellas sin dejarse impregnar en absoluto; yo me alegro de
ser extremeño, me alegro de aquellos discursos de Ibarra que fortalecieron el
pensamiento de mis padres y educaron el espíritu de aquel niño que hoy les
escribe. Me devolvieron mi identidad, la misma que fue pisoteada a mis
antepasados y renace limpia en mí con proyección de futuro.
Y
me da igual que alguien piense que este texto tiene connotaciones políticas
(que no las tiene) y que mi novia, la leerlo, me diga <<Jesús, que se te
ve venir>>; peor es lo que me dice mi amigo Emilio que, en cuanto me ve,
me salta con que <<Tengo engañao a medio pueblo>>.
Jesús Bermejo Bermejo La
Cumbre 2009.
*Fragmentos
de discursos de aquellos “Días de Extremadura”. La última frase es un constante
compromiso que, desgraciadamente y a nuestro muy pesar, no se consigue todavía.
** Castuo “acumbreñizado”, la “h” se pronuncia como si fuera
la “s” aspirada.
Pues si Jesus!!!!Muy bien dicho>>>>Tienes toda la razon,yo pienso igual que tu!!!un saludo!!!
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